con Rebecca Welles en Harvest
James Dean fue incuestionablemente el primer icono de la cultura pop, la cual en cierta forma él mismo generó. Fue la última estrella del sistema de estudios de Hollywood y la primera de la nueva cultura adolescente
¿Las razones profundas de su éxito? En el público
femenino son evidentes y no necesitan ser comentadas. Para los jóvenes, se
resumen, creo, en el fenómeno de la identificación que está en la base del
éxito comercial de todas las películas del mundo. Es más fácil identificarse
con James Dean que con Bogart, Gary Grant o Marlon Brando, porque el personaje
de Dean es mas verdadero. Cuando se sale de una película de Bogart, un
espectador bajará el ala del sombrero y no será el momento más apropiado para
pisarle un pie. Otro, al salir de ver una película de Gary Grant, hará una
payasada en la acera; uno que ha visto a Marlon Brando lanzará miradas
subrepticias a las mujeres y deseará ligarse a las chicas de su barrio. Con
James Dean, la identificación es más profunda y total porque él lleva en sí, en
su personaje, nuestra misma ambigüedad, nuestro dualismo y todas nuestras
debilidades humanas.
También en este caso, hay que volver a Chaplin, o mejor a
Charlot.
Charlot empieza siempre desde el nivel más bajo para llegar al más
alto. Es débil, humillado, despreciado, ignorado. Fracasa en sus propios
intentos y aspira a la agilidad corporal, pero luego se encuentra en el suelo,
y hace el ridículo a los ojos de la mujer que corteja o a los ojos de la pobre
desgraciada que pretendía rescatar. Y es en este momento que interviene la
astucia, que para Dean no es más que el estado de gracia recibido. Chaplin se
vengará y triunfará. De repente se pone a bailar, a patinar o a dar vueltas
mejor que otros, y de golpe eclipsa a todos, triunfa, desvía el rumbo y
consigue atraer a todos los que se ríen con sus meteduras de pata.
Lo que era inadaptabilidad se convierte en superadaptabilidad; el
mundo entero, cosas y personas, están en contra suyo y luego se ponen a su
servicio, ciegamente.
Todo esto vale también para James Dean si tenemos en
cuenta esta diferencia fundamental: en su mirada no se puede ver nunca el
miedo. James Dean está en todo, la esencia de su interpretación es tal que la
valentía o la cobardía no tienen parte alguna, así como el heroísmo
o el miedo. Se trata de otra cosa, de una recitación poética que
autoriza cualquier libertad e incluso la envalentona. Interpretar de un modo
justo o falso, son expresiones que ya no tienen sentido con Dean,
porque de él se espera una sorpresa a cada instante; él puede reír
allí donde otro actor lloraría y viceversa, porque ha matado la psicología el
mismo día que ha entrado en escena.
François Truffaut
EN EL COMERCIAL DE PEPSI COLA (1950)
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